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El problema fue que varios de los mejores jugadores no estuvieron conformes con esa decisión. Por otro lado, a finales de la década apareció entre los jugadores una breve moda que consistía en levantar o quitarse la camiseta para revelar otra con un mensaje político, religioso o personal impreso. La conmoción en Vigo por la marcha de Luis Otero fue terrible, hasta el punto de que puede decirse que fue su marcha la que encendió la secular rivalidad entre Celta y Deportivo.